sábado, 8 de septiembre de 2007

OVEJITAS





Un día estábamos almorzando y mi padre dijo–mañana, no podrá venir el muchacho, que guarda las ovejas, y no sé como llevarlas al campo a pactar, pues yo tengo faenas que hacer. Mi madre le dijo que podrían ir a guardarlas los dos mayores, (de los cinco hermanos que éramos) se refería a mi, que era la mayor de todos y al hermano que me seguía. Nos preguntaron si estábamos de acuerdo, los dos respondimos que sí.

Mis padres nos dijeron que nos tendríamos que levantar más temprano, pues las ovejas no comen con el calor, a mi no me importaba madrugar, mi hermano no decía nada, así es que al día siguiente mi madre nos llamó muy temprano, mi padre nos dijo que lleváramos las ovejas al terreno que teníamos cerca del pueblo, (sabíamos el camino pues íbamos muy a menudo con él cuando iba a labrar dicho terreno)

Mi madre nos puso un sombrero para resguardarnos del sol y nos dio una taleguita con el almuerzo, mi padre nos dijo que en cuanto hiciera calor nos viniéramos,

Mi padre sacó las ovejas del corral y ya en la calle nos dio una vara para guiarlas.

Y de esta manera, con sus recomendaciones... la vara... y el sombrero que mi madre nos puso salimos camino del terreno donde las ovejitas pactarían.

Cuando llegamos al sitio indicado dejamos las ovejas comiendo.

Mi hermano se sentó en una piedra, la cabeza baja parecía un mejicano en reflexión o durmiendo, yo observaba como amanecía miraba como iba saliendo el sol. ” En todos los amaneceres que he visto después, siempre viene a mi memoria el de aquel día”
Hoy pienso que quizá esto podría haberme dañado los ojos, pero no fue así pues siempre tuve muy buena vista y es que entonces no avía tanta contaminación. Bueno volvamos al tema que intento describir.

Tan ensimismado estaba cada uno con su tema que no nos dimos cuenta que las ovejas se avían dispersado yéndose a los terrenos vecinos.

Casi llorando llamé a mi hermano y nos fuimos a por ellas.

Las reunimos y las trajimos al terreno, y ya sin dejar de vigilarlas almorzamos, lo, que mi madre nos había puesto en una fiambrera, consistía en lomo de orza y pan hecho en casa.

Cuando notamos el calor a las doce más o menos nos fuimos al
Pueblo.

Mis padres nos esperaban con impaciencia y con mucho cariño nos preguntaron como lo aviamos pasado, yo le conté como se nos avían ido las ovejas, mi padre nos dijo que no nos preocupáramos que eso pasa, y que estaba muy contento con nosotros por haberle ayudado.

El muchacho que las guardaba vino al otro día, y ya no sé cuanto tiempo tuvimos las ovejitas en casa. Solo recuerdo esto que acabo de contar. Y que mi hermano tenia unos nueve años y yo once. Teniendo en cuenta estas edades , creo que el día que guardamos las ovejitas pudo ser en cualquier mes del año 1,946

7 comentarios:

Marta dijo...

Me gusta lo que escribes, me gustan tus recuerdos y ahora me pasaría horas y horas escuchando tus historias. Se me han llenado los ojos de emoción cuando he podido ver a la yaya con esa dulzura que la caracterizaba poniendo los sombreros sobre vuestras cabecitas.

Y os he imaginado a tí y al tito en un verde prado absortos en vuestros pensamientos.

Me encantan, no dejes nunca de explicarnos estas cosas, porque a parte me hacen pensar en ti, en la familia y en lo afortunada que soy de teneros!!!!!.

UN BESO MUY FUERTE.

Te quiero mucho tita.

Anónimo dijo...

Muchas veces pienso que me hubiese encantado nacer en aquellos años, en un pueblo cerca del campo. Sé que también habia dificultades pero todo era más sano. Ya tenia ganas de leer un nuevo relato tuyo.
Yo de mi infancia una de las cosas que más recuerdo son los veranos que pasábamos en la torre, me encantaba!
Por cierto nunca os he dado las gracias por estar en la torre como si estuviesemos en casa.
Os quiero Lourdes

rosa dijo...

Al leer el titulo me ha venido a la mente la Carmen Sevilla, ya que siempre nombrava a sus ovejitas.
Pero nunca explicava historias como la tuya. Me ha gustado mucho y hay que ver que tiempos atras, a los niños ya les daban ciertas responsabildades, que por cierto muy buenas a la hora de hacerlos madurar. Un beso

Anónimo dijo...

Rosa:Los niños/a de la posguerra,todos ayudabamos en casa, o como otros que sus padres NO, SIN DOLERLE,los mandaban a trabajar con extraños solo por la comida.Algunos aprendían a leer por la noche, otros ni siquiera eso.
He querido explicar este punto porque pienso que mis padres y todos los padres que vivieron aquellos años de escaser eran tan buenos y responsables con sus hijos como lo sois ahora vosotros.
pero no tenian otra opción.
Es que eran tiempos dificiles!!!!

Virginia dijo...

Debo reconocer que estoy muy gratamente sorprendida. Aunque la verdad es que yo ya sabía que tienes, como dijo "Jeanette", el corazón de poeta. Me gusta mucho leer lo que escribes, porque supongo que mis padres llevaron una vida muy parecida a la tuya y, a través de tí, puedo conocerlos un poco más a ellos. La verdad es que no conozco muchos detalles de sus vidas pasadas, sobre todo de mi padre. Espero que sigas por mucho tiempo plasmando tus recuerdos y te deseo lo mejor a tí y al tito. Un beso de tu sobrina que os quiere. Virginia.

Anónimo dijo...

Virgina gracias por tu comentario.
¿pero quien es Jeanette?
Besos.
La tita

Conchita dijo...

Josefa veo tienes alma de poeta, te doy la enhorabuena me han gustado todos tus escritos.
Conchita