EL LADRÓN LECTOR
Me dispuse a salir. Había quedado con unas amigas, cogí mi bolso, miré en el interior por si me dejaba algo que
posiblemente echaría a faltar. No, todo estaba. Un pañuelo, un
espejo, la barra de labios, el peine, el monedero, las llaves…
Últimamente lo comprobaba siempre porque una vez me dejé las llaves y al volver
a mi apartamento me irrité llena de impotencia al no encontrarlas en el bolso.
Fui a casa de un familiar a por la copia que tiene para estos casos.
Volví
al piso, y cuando abrí la puerta me sorprendí, pues me pareció que
alguien había forzado la cerradura. Al ver el salón todo
revuelto y en especial la librería, mis temores se acentuaron y muy
asustada me dispuse a recorrer el piso. Miré en la cocina, allí estaba
todo en orden, los dormitorios igual. Solo quedaba la salita de
estar. Al abrir la puerta vi sentado en
el sillón con la luz de la lámpara de pié, encendida, un hombre joven muy
atractivo, tenía una barba muy poblada, que
le daba un aire de abandono. Estaba
completamente ensimismado en la lectura de mi libro favorito.
¿Qué hace usted
en mi casa? - Le pregunté gritando.
Levantó la vista y muy sorprendido dijo todo nervioso.
–Perdone, se lo explicaré.
_Tiene dos minutos. Le dije muy impaciente.
- Estoy pasando una mala situación económica y
sobrevivo con pequeños robos. Hoy le ha tocado a usted. En las casas que entro
procuro hacer el menor daño posible. Aquí, empecé
buscando algún dinero en el salón y al rebuscar en la librería
encontré este libro “Camino del éxito”, y me atrajo el titulo. En especial la artística rúbrica que
hay en el centro de la portada.
–Sí, la
creé para distinguir los libros que más me han gustado leer. –Contesté- - él,
ya más tranquilo siguió justificándose-.
- Empecé a leerlo con curiosidad al
principio, e interés después. Me ensimismé en la lectura y no me dí
cuenta de su entrada. Perdone, pero ya me voy.- No llame a la policía,
por favor.
– No lo haré,
creo que dice la verdad. Pero tendré que poner un sistema de seguridad
por si intentara entrar de nuevo.
- No se preocupe, no volverá a pasar. La lectura de su
libro me ha servido para cambiar mi vida.
-Es mi libro
favorito, se lo regalo. -Acéptelo y siga con su lectura.
El
ladrón se fue dándome las gracias
y disculpándose. Yo, no salía de mi asombro. En el fondo sentía compasión por aquel hombre que a pesar de su apariencia de abandono transmitía un singular
atractivo seguido de cierta distinción
y que a pesar de todo esto estaba en una
situación tan deprimente.
Instalé una alarma que al sonar, el
ladrón más atrevido renunciaría a invadir mi casa.
Pasó algún tiempo, en la empresa donde
yo trabajaba hicieron un ERE, y me tocó engrosar la lista del paro. Me
dediqué a mandar currículos a todas las empresas que solicitaban
personal. Por fin un día recibí una carta en la cual me
pedían una entrevista para ocupar un cargo de importancia en una
empresa multinacional. Toda ilusionada, me dirigí a la
dirección indicada. En
recepción, una empleada llamó por teléfono dando mi nombre. –Vamos,
el director la espera. La seguí un poco nerviosa. Se paró en una
puerta en la que en una placa se leía:
Director Jorge
Morantes
La empleada pidió permiso.
Pase. Contestó una voz varonil desde dentro. Un hombre
sonriente sentado en un sillón
negro, delante de la mesa del despacho,
dando la espalda a un gran ventanal con magnificas vistas, me observó con agrado y curiosidad a la vez.
¿De qué conozco
yo a este hombre? -
Me pregunté-.
¿Usted es la señorita que aspira al puesto de
secretaria? - -Me preguntó con una
voz suave pero firme.
–Si, -le
contesté-.
-Bien, el
puesto es suyo. Sé que está Vd. muy capacitada para el mismo.
Y en
ese momento, al mirarlo agradecida, vi sobre la mesa, a
su derecha, con mi rúbrica en la portada, el libro que le regalé al ladrón lector.