Queridas y queridos todos
Hoy tengo el placer de compartir este bello poema de
una nueva compañera que hace unos días ha abierto un blog.
Está muy ilusionada podéis visitarla en
Soy el Espíritu Santo, maestro y gran
profesor;
sé todo sobre la vida y todo sobre
el amor.
Para pagar mis clases no es menester
dinero,
trabajo siempre de balde y lo hago muy
contento.
Yo me ofrezco a todos, no tengo
predilección,
lo único que necesito es que me abran el
corazón.
Mi trabajo es muy noble y también muy
superior;
penetro en los corazones y les doy luz y
calor.
Si me confían su vida no les voy a
defraudar,
sé lo que necesitan y yo se lo quiero dar.
Si tienen fe y confianza les podré ayudar
mejor,
y les hablaré clarito si me escuchan con
amor.
Tengo mis siete dones a su disposición.
¡Quiero un corazón limpio!, ésta es la
condición.
Yo ya se que en esta vida hay que luchar y
luchar,
hay que tener una meta y se debe
conquistar.
El esfuerzo no lo quito, pues no lo puedo
quitar,
es necesario en la vida para poder
triunfar.
Lo que puedo hacer siempre es darles la
voluntad,
renovar las energías y dar la capacidad.
Dicen los ignorantes que no puede ser
verdad
que exista un ser supremo que nos pueda
ayudar.
Aunque tenga sabiduría tengo también gran
bondad,
respeto a las personas y les doy gran
libertad.
Son muchas las personas que me buscan con
afán
pero por mucho que busquen no me pueden
encontrar.
Me llaman siempre por fuera buscando
felicidad,
y yo les llamo por dentro esperando su
amistad.
Ellos no son conscientes de cuánto les
puedo dar;
les doy mucha sabiduría, inteligencia y
voluntad.
También les doy alegría, la alegría
verdadera,
la que se siente por dentro, en medio de
cada prueba.
Les doy también libertad, tan necesaria y
tan buena
que nadie puede quitar; ¡La libertad
verdadera!
Aunque tú no te lo creas, ésta es la gran
verdad,
y para certificarlo: ¡¡LLÁMAME Y VERÁS!!