EL AFILADOR
EL AFILADOR
Ana escuchaba
atenta lo que el afilador le contaba mientras
trataba los cuchillos que su madre le había encargado. Éste decía que los cuchillos por él afilados
se volvían mágicos, pues una señora a la
que varios maleantes quisieron robar, al
ver la hoja brillante del cuchillo con el que la señora les amenazó, huyeron despavoridos y nunca más volvieron al
pueblo. Decía que en las carnicerías
donde él prestaba sus servicios, las
clientas pedían un filete detrás de otro por lo bien cortados que estaban, aumentando las ventas de manera
considerable. Ana pensó que sería por
eso por lo que las señoras le decían a su padre cuando las atendía en su carnicería, que nadie cortaba los filetes como él. El afilador terminó su trabajo, Ana llamó a su madre y esta le pagó diez
reales por los cuchillos afilados, protestando por el precio, pero sin conseguir rebaja alguna. A sus ocho años, Ana pensó que teniendo en cuenta que los
cuchillos tenían poderes especiales después de afilados, el precio por el trabajo hecho era muy bajo.
haiku
Por el pueblo
la melodia del afilador
cae la tarde
imagenes de la wueb