Me ocurrió algo parecido pero con leche condensada una vez y en otra con merengue.Con el tiempo seguro que volvió a comer galletas cómo hice yo con las dos cosas que me empacharon.Besicos
Me encantan las personas que logran condensar una historia en pocas palabras, cuyo significado es muchísimo. Felicitaciones Josefa. Cuando quieras, pasá por nuestro blog, serás muy bienvenida https://somosartesanosdelapalabra.blogspot.com/
Me has traído recuerdos de mi niñez "no es que me diera un atracón de nada" pero si que mi madre colgaba las madalenas, mantecados, etc en alto para que no las comiéramos antes de tiempo.
Pues las galletas sí que las he vuelto a comer, pero nunca más los garbanzos tostados, con los que me ocurrió lo mismo.Y no fué por avaricia, es que tanto unas como otros estaban buenísimos. Lo de las galletas lo recuerdo muy vagamente, debia tener 4 ó 5 años, en cambio el hartón de garbanzos tostados si, pues me los dió nuestra Madre un día que me iba a guardar Pavos al campo... ¡¡Solo estuvieron en el estómago media hora, los devolví todos.¡¡ Yenía 8 años, y nunca los he podido volver a comer. Gracias, Pepita, por recordarlo.Yo creo que a esas edades, inconscientemente debémos pensar todos algo así como dicen estos versos:
Comida, que me pongan ahora la que quieran, que aquí estoy yo. ( Por si acaso no pudiera con ella luego de mayor.)
Gracias a todos tus simpatizantes por sus comentarios. Menos mal que la rotura del ordenador fué solo un sueño, pues aquí nos volvemos a ver. Abrazos para todos.
rsssssss...As crianças e suas sapequices. Lindo de recordar! beijos, chica
ResponderEliminarMe ocurrió algo parecido pero con leche condensada una vez y en otra con merengue.Con el tiempo seguro que volvió a comer galletas cómo hice yo con las dos cosas que me empacharon.Besicos
ResponderEliminarJajaja. Las galletas siempre han sido alcanzadas o encontradas por los niños de donde sea.
ResponderEliminarUn abrazo.
De niños nos suele ocurrir eso y no sólo con galletas.
ResponderEliminarYo podría haber sido ese niño. Abrazos y una sonrisa
ResponderEliminarEs que lo prohibido, o escondido :-), se hace tentador.
ResponderEliminarUn abrazo, y feliz día
Que pecado. La tentación no esperar para comerse un dulce.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz día.
Una tentación irresistible.
ResponderEliminarUn abrazo.
He visto cosas similares en la lejana infancia. Cosas del no comedimiento y ya sabemos que los excesos se pagan.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me encantan las personas que logran condensar una historia en pocas palabras, cuyo significado es muchísimo.
ResponderEliminarFelicitaciones Josefa.
Cuando quieras, pasá por nuestro blog, serás muy bienvenida
https://somosartesanosdelapalabra.blogspot.com/
Me has traído recuerdos de mi niñez "no es que me diera un atracón de nada" pero si que mi madre colgaba las madalenas, mantecados, etc en alto para que no las comiéramos antes de tiempo.
ResponderEliminarAbrazos.
Pues las galletas sí que las he vuelto a comer, pero nunca más los garbanzos tostados, con los que me ocurrió lo mismo.Y no fué por avaricia, es que tanto unas como otros estaban buenísimos. Lo de las galletas lo recuerdo muy vagamente, debia tener 4 ó 5 años, en cambio el hartón de garbanzos tostados si, pues me los dió nuestra Madre un día que me iba a guardar Pavos al campo... ¡¡Solo estuvieron en el estómago media hora, los devolví todos.¡¡ Yenía 8 años, y nunca los he podido volver a comer. Gracias, Pepita, por recordarlo.Yo creo que a esas edades, inconscientemente debémos pensar todos algo así como dicen estos versos:
ResponderEliminarComida, que me pongan ahora la que quieran, que aquí estoy yo.
( Por si acaso no pudiera con ella luego de mayor.)
ResponderEliminarGracias a todos tus simpatizantes por sus comentarios. Menos mal que la rotura del ordenador fué solo un sueño, pues aquí nos volvemos a ver. Abrazos para todos.
Ah mas a tentação de saborear os deliciosos biscoitos foi maior da que a necessidade
ResponderEliminarUma história, Josefa
Um abraço